La condolencias

Por Óscar Dávila Jara ( Moralito)

Samuel Reyna no podía olvidar el olor de esa mujer que había tomado tres días antes, a un lado del arroyo por el rumbo de la jarillera. Aún no se le borraba la marca que ella le había hecho en la oreja, todavía le dolía y él lo disfrutaba. Samuel pensaba que la resistencia de la hembra se debía a que tenía otro hombre, pero que si la mujer fuera sola, las cosas serían de otro modo. Sigue leyendo

La otra historia

Por Óscar Dávila Jara (Moralito)

“La historia era increíble, en efecto, pero se impuso a todos, porque sustancialmente era cierta. Verdadero era el tono de Emma Zunz, verdadero el pudor, verdadero el odio. Verdadero también era el ultraje que había padecido; sólo eran falsas las circunstancias, la hora y uno o dos nombres propios” Jorge Luis Borges

El argentino, sentado en un bar de Nordstajarnan vio entrar a la mujer, tendría aproximadamente diecinueve años. Ella recorrió con la mirada a los parroquianos y se dirigió a él. Él la condujo a una puerta y después a un pasillo y después a una puerta que se cerró. Ahí ella se entregó y él se entregó a sus intenciones, trato de pensar en las complicaciones del caso pero el embrujo de la historia le borró los pensamientos. Salieron y se dirigieron hacia la fabrica donde ella trabajaba. La mujer entró, arriba en la ventana del primer piso, observando la esperaba el dueño, Arón Lowenthal. Cruzó el patio y cuando quedó fuera de la vista de Lowenthal, arrojó un bulto hacia el perro que se encontraba amarrado y ladrando. El argentino esperó unos minutos y después cautelosamente se introdujo en la fabrica, vio como el perro se restregaba el hocico con las patas sin poder ladrar. Subió en silencio las escaleras y pudo ver que la mujer se despojaba de la ropa para distraer a Lowenthal, se acercó al escritorio y tomó la pistola que se encontraba en el cajón, tal como ella se lo había dicho. Disparó tres veces. Mientras veía como la sangre iba tiñendo el piso oyó a la mujer hablando por teléfono — Ha ocurrido una cosa que es increíble … — fue lo último que el argentino escuchó, en ese momento salió de la fabrica y desapareció. Años más tarde se conocería la otra historia de Ema Zunz.